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ARTE
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El artista y coleccionista Roque Ardissone organizó el primer concurso nacional de esculturas. El evento tuvo un gran destaque, ya que fue ideado para llevar arte a las viviendas de una de las urbanizaciones mejor valoradas de Altos: Aqua Village. Una oportunidad para enaltecer la creatividad de los escultores paraguayos y celebrar a los hogares que apuestan por el arte local.
Roque Ardissone es ingeniero de profesión, pero dedica una parte importante de su vida a colaborar con el desarrollo del arte escultórico de Paraguay. Su apoyo a los artistas que trabajan esta expresión empieza mucho antes de plantearse la idea del concurso.
“Hace como cinco o seis años inicié una colección de esculturas en mi casa, lo cual me acercó mucho a los escultores paraguayos y me permitió ver con qué medios se desarrollan y cómo trabajan”, cuenta Ardissone. En dicha aproximación descubrió que las obras de esta disciplina tenían una escasa promoción a nivel local.
Ante este escenario decidió habilitar Tiki, un taller donde los escultores pueden hacer fundiciones en bronce, y, además, utilizarlo como espacio para realizar cursos o actividades de formación en general. “Este lugar me hizo conocer mucha gente y apreciar aún más el trabajo de los artistas”, comenta.
Como seguidor leal del arte, y particularmente de la escultura, Roque expone constantemente su interés en apoyar y promover iniciativas que realcen las creaciones artísticas. El Concurso nacional de esculturas “José Luis Ardissone Ferreiro” es un ejemplo de ello.
Propuesto por él, el concurso invitaba a crear piezas de mediano y gran formato para las viviendas del condominio Aqua Village, ubicado en Altos. “Lo hice en memoria de mi hijo, porque él amaba este lugar. Lo recuerdo con tanta alegría cuando iba por allá”, explica.
Del concurso participaron alrededor de 40 artistas y se presentaron cerca de 60 obras, las cuales fueron exhibidas en tres paisajes distintos del terreno, en el día de la inauguración. “Algunas se ubicaron en torno a las pequeñas lagunas que están en la entrada; otras al final de la avenida de ingreso, en el último paseo central, y el resto —una mayoría—, entre el lago y la avenida”, describe.
Asimismo, algunas obras fueron compradas previamente, por lo tanto ese día se instalaron en las residencias de sus nuevos propietarios. El concurso premiaba a los autores de las esculturas, pero también a los dueños que situaban estas piezas en sus casas. En esta categoría, los ganadores fueron Fernando Feliciángeli, por la obra Libélula, y Adriana González Brun, por la obra Diálogos eternos, quienes se llevaron el primer y segundo puesto, respectivamente.
En cuanto a las piezas premiadas, Mónica González Oddone recibió el primer puesto por su obra Viruta; luego, el segundo, lo llevó Patricia Ayala por su obra Kunumi, y el tercero, Justo Guggiari por su obra Laterza Parodi. Además, se entregaron dos menciones de honor, a Sebastián Canova por su obra Ojo, y a David Ocampos por su obra Hilachas de la roca.
«Diálogos eternos» de Adriana González Brun
“Laterza Parodi” de Justo Guggiari
«Ojo» de Sebastián Canova
“Viruta” de Mónica González Oddone
“Kunumi” de Patricia Ayala
El jurado estuvo conformado por el director de Museos de la Secretaría de Cultura, Cristian Ceuppens, el coleccionista de arte Daniel Mendonca, y la artista y gestora cultural Lía Colombino. “El concurso fue un éxito, causó mucha alegría. Se presentaron obras fantásticas y hermosas. Hubo aproximadamente 500 personas el día de la inauguración, lo cual le dio un gran brillo a la exposición. El condominio es muy lindo y esto también hacía que las obras luzcan aún más”, resume Roque.
El concurso en sí, al igual que la muestra —que permaneció por una semana en las instalaciones de Aqua Village— generó un gran movimiento para el arte escultórico de producción nacional. “Significó la venta de muchas esculturas. Algunas obras quedaron ahí y otras fueron vendidas para otros lugares. Además, permitió que muchos artistas hagan contacto con personas que están colocando esculturas en sus negocios. En definitiva, ayudó a la promoción del arte y a la gestión de los escultores”, reflexiona Ardissone.
Él, quien también es artista de corazón, ya que ha hecho obras de arte a partir de sus dibujos o garabatos, comprende cuán importante es la difusión de la producción artística local. “Actualmente, hay un apoyo muy fuerte de la ministra de Cultura hacia este sector. Ahora tenemos en carpeta la idea de hacer un concurso de esculturas para las Oficinas de Gobierno y la Costanera”, adelanta.
Asimismo, acompañado por su familia, proyecta llevar adelante un centro cultural en una casa construida en 1924 y que está vinculada a su historia personal. Ubicada sobre la calle 25 de Mayo del centro de Asunción, este espacio buscará abrir aún más puertas para el crecimiento del arte en Paraguay.
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